La protagonista de esta historia, Samantha Bloom, es una mujer australiana, profesional, deportista, madre de familia que ve truncada su vida, a raíz de un accidente tonto. Durante unas vacaciones en Tailandia, al asomarse por una barandilla de un mirador en mal estado, cae varios metros y sufre fracturas terribles que la dejan parapléjica. Sí, Watts de nuevo hospitalizada en Tailandia. Es ya un sino.
La película no solo está basada en una novela sobre un caso real, sino que está rodada y documentada en la casa de la propia protagonista.
Sam Bloom nos cuenta cómo deseaba morirse al enfrentarse a una vida de absoluta dependencia y lo inútil que se sentía. Personaje duro y amargo, magníficamente interpretado por Naomi Watts. De manera fortuita, uno de sus tres hijos rescata un polluelo de urraca caído de un nido. Pero, cuando los hijos y el marido no están en casa, el polluelo reclama atención, y remueve la conciencia de Sam, lo que le hace sentirse imprescindible y necesaria. Ese click, parece que es el que motiva una recuperación. Se trata ahora de querer seguir viva, de ser útil.
La urraca Penguin, es absolutamente real. Al parecer las urracas (no solo las australianas) son aves muy inteligentes y adiestrables. Es ella la que impulsa a la mujer a seguir retándose a sí misma, como para volver a hacer surf con una tabla preparada y a competir a nivel mundial
Película inspiradora y reconfortante, ideal para una visita familiar al cine en Navidad.
La familia Bloom
Título original: Penguin Bloom
Duración: 1,35’.
Australia y Estados Unidos, 2020.
Dirección: Glendyn Ivin.
Intérpretes principales: Naomi Watts, Andrew Lincoln, Jacki Weaver, Rachel House.