Barrabás Cruz se presenta en Formato Cómodo

Nuevo conocido, viejo por conocer: Barrabás Cruz se presenta en FormatoCómodo.

Por Carla Pinel Martínez.

La galería FormatoCómodo, con sede en el pintoresco barrio de las Letras de Madrid y conocida por su voluntad expresa de dar voz a artistas jóvenes, nos trae estas Navidades la primera muestra individual del ciudadrealeño Barrabás Cruz, instalado en Bruselas desde hace ya seis años. La exposición, que lleva por título Buenas noches hasta mañana adiós, se inauguró el pasado 20 de noviembre recibiendo una buena acogida, y podrá visitarse hasta el 12 de enero del próximo año.

De la capital europea a la ciudad que le vio dar sus primeros pasos como artista prematuro cuando estudiaba Bellas Artes en la Universidad Complutense de Madrid: en este retorno, el joven pintor presenta algunas de sus obras producidas a lo largo del último año y medio. Me explicaba amablemente cuando fui a visitar la exposición, y así lo expresa también en el texto de la hoja de sala conformado por un diálogo entre el comisario Ángel Calvo Ulloa y él mismo -una especie de reflexión en torno a su propuesta estética- cómo comenzó a pintar los cuadros tras un inesperadamente largo viaje a Tailandia, donde tuvo que quedarse seis meses debido a las restricciones por la pandemia.

Cuando pudo volver a Bruselas, ya afincado en su añorado estudio, le sobrecogió una sensación de profunda extrañeza que sería el germen de lo que se muestra en esta exposición. Tal sensación no provenía solamente del cambio de luz y paisaje, un viejo conocido en el que debería esforzarse por reconocerse, sino que se debía sobre todo al cambio radical en la forma de vivir. De golpe, la libertad de la que gozaba en tierras asiáticas le parecía ilusoria, como también se lo parecía su nueva realidad. Y así, a modo de frames de lo que podría ser un sueño vívido, casi relato de un tránsito psicodélico, las pinturas de Barrabás empezaron a mostrar lugares. Difusos, irreconocibles; algunos habitables y panorámicos, otros vírgenes y acotados.

Hijo de carpintero, Barrabás ha estado familiarizado con el trabajo de la madera desde siempre. Esto se ve reflejado en sus obras no sólo por el hecho de pintar sobre tabla, y la preparación previa del material que ello conlleva (de las once obras que conforman la exposición, sólo dos están pintadas sobre lienzo), sino también por los relieves elaborados a partir de la yuxtaposición de distintas piezas de madera. Se trata de un minucioso trabajo manual que bebe orgullosamente de la artesanía. Con estas herramientas, e inequívocamente inspirado en el universo ficcional de la ya clásica novela Solaris, de Stanisław Lem, repleta de paisajes imposibles donde no está nunca claro qué es real y qué no, Barrabás se sumió, mediante un proceso que parece autorreflexivo y contemplativo a partes iguales, en la creación de un mundo aparentemente ficticio. ¿Pero para qué? ¿Es la materialización de esta extrañeza también un lugar en el que refugiarse y sentirse a salvo?

Green Palm (2021)
Acrílico sobre tabla (relieve), 35 x 25 cm

En sus pinturas, la Naturaleza a veces forma parte del decorado (Green Palm) y, otras, se vuelve el motivo principal de la composición. Encarnada en una silueta de mujer recortada de forma abrupta -ecos de un amor que de tan conocido se volvió extraño, inidentificable-, entra en conflicto violento con un fondo degradado y subliminal (Hope For Me, I Hope For You) que toma en ocasiones un aspecto más geométrico. Y es que la Naturaleza de Barrabás no es refugio. Los sujetos que aparecen en sus composiciones no son enteramente personas. La superficie con la que juega no tiene nunca una sola dimensión. Es además un mundo que, como el nuestro (con el que se topó el pintor en su regreso), aunque debiera estar en movimiento, se encuentra ahora en suspensión permanente, inmerso en una latente fijedad.

Aun así, no pasa desapercibido el dinamismo con el que el artista va de lo plano a lo volumétrico: la disposición de las obras dentro de la sala intercala los relieves de pequeño formato con las pinturas de mayor tamaño de forma completamente orgánica. Es una experimentación formal muy meditada, precisa, contralada. Al abordar las obras desde su dimensión plana, que es, de hecho, como ha estado trabajado hasta ahora -los relieves suponen una novedad en la práctica del artista-, sigue presente en ellas un modo de construcción por capas, muchas veces tomando como plantillas las mismas piezas de madera utilizadas en los relieves para sustraer su forma, pero también sirviéndose de recortes de todo tipo, fotografías de objetos cotidianos que le resultan formalmente evocadores, screenshots de videojuegos… un “corta y pega” constante con el que explorar las posibilidades del propio medio y crear distintas versiones de una misma realidad.

Puntualmente, todo este proceso constructivo desvela su propia constructividad, su imperfección. Si te encuentras por la capital durante las fechas señaladas, pasa a mirar y presta atención, verás que las imágenes muestran a veces sus costuras: el error que permite -y justifica- la pintura (pequeñas manchas que se salen de la línea), rastros de lo que fueron en su contexto original, el glitch. Todo ello enfatiza el carácter ilusorio de las obras, cuya ambigüedad y desconcierto nos hacen dudar de lo que vemos. Pero incluso cuando todo es engañoso, nuestra mirada parece ser lo único de lo que nos fiamos.

Quizás esta voluntad clara de Barrabás por confundir al espectador resulte provechosa, después de todo: acerquémonos a estas construcciones visuales para tratar de reconocer(nos) en algún atisbo de lucidez que emerja de entre las superficies distorsionadas y agrietadas. Porque la identidad difusa que se desprende de su autorretrato, que aparece descentrado y amputado en una de las composiciones de gran tamaño (The World’s Strongest Man), es también la nuestra; la de una mirada que, esté o no entrenada en esto de la visualidad y la sensibilidad estética, se encuentra inevitablemente perpleja.

Como ves, la cosa no va de relatar un viaje, ni de la ansiedad provocada por el choque que supuso volver a una Europa confinada, ni de realizar un statement para asegurarse la entrada con fuerza en el panorama del mercado artístico local: la cosa va de construir visualidad a partir de ese sentimiento de extrañeza que no puede ser expresado de otro modo más que atendiendo a la materialidad de la pintura y a las leyes que rigen lo visual. La cosa va de amor por el propio medio pictórico y de tensarlo hasta no poder más, de tantear sus límites y los de la figuración, que parece querer perderse en lo abstracto pero nunca llega a desvanecerse del todo. Esta es una propuesta expositiva que, estoy segura, supondrá un reto para muchos de los que se animen a visitarla.

The World’s Strongest Man (2021)
Acrílico sobre tela 200 x 140 cm

Nuevo conocido, viejo por conocer

Buenas noches hasta mañana adiós. Barrabás Cruz.
Galería FormatoCómodo (C/ Lope de Vega, 5)
Madrid, 20/11/2021 – 12/01/2022