Felipe II, el martillo de herejes, y los Austrias | Revista Artes y Cosas

 

Se dice del príncipe Felipe que era:

Tan delgado y frágil, con la piel tan blanca, los ojos de un azul tan claro y el pelo tan rubio que parecía albino, hijo de la Luna. Ninguno de los razonables temores sobre su salud se cumplieron y se convirtió en un joven de estatura mediana tirando a baja, talle esbelto, andar erguido, hablar pausado, sonrisa blanca, elegante y sencillo en su atuendo, cuidadosísimo de su higiene, con un talante amable, gentil, y un punto de lejanía melancólica”.

(El Mundo, 20 de septiembre 1998)

 

Felipe II, seguidor obediente de la voluntad de Carlos, su padre, inspiró el mismo rumbo, la misma senda, que el emperador. Vasallo y dócil paniaguado y escudero de Roma, se aferró con inusitada obsesión en arrancar y erradicar los herejes, heresiarcas y heterodoxos que continuamente y con notable incremento se iban añadiendo en la Europa central. Como Carlos, su padre, se aplicó con denodado esfuerzo e insistencia en eliminar las voluntades y autodeterminación de Aragón vía decapitaciones. Aún hoy se conmemoran las Alteraciones, en 1591. Aquellas revueltas de los ciudadanos terminaron con Juan de Lanuza, el Mozo, decapitado por haberse enfrentado a las decisiones y órdenes del rey. Este, Felipe II, había pasado al reino de Aragón pertrechado con sus tropas militares para dominar dichas revueltas, producidas porque la Inquisición se proponía apresar y encausar al manchego, aunque de familia de Aragón, Antonio Pérez, y que así no pudiera tomar amparo del poder y atribuciones del Justicia Mayor de Aragón, Juan de Lanuza. Este defendió de tal manera los derechos y libertades forales aragoneses que fue ejecutado por decapitación.

 

Sus hazañas, vestir a un imperio y a un ejército para desvestir a la Península, una de sus hipocresías

Además, como Carlos, su padre, también se aprovechó del país, y afuera de nuestras fronteras marchaban tercios y tercios para empacharse de gloria, pero asimismo muriendo en suelo extraño y sin motivo alguno justificado, porque nada nos iba ni venía en todo lo que allí se deliberaba y polemizaba. Eso nos trajo Felipe II, el rey hijo de un epiléptico para el que, en su tiempo, se desconocía totalmente el tratamiento, y nieto a su vez de una abuela a la que se le había trastornado la razón.

 

“Como una más de las curiosidades que encierra la historia, la Reina María de Inglaterra tuvo sus razones para enamorarse locamente de Felipe II. Una de ellas fue el dictamen que recibió sobre el monarca: “La naturaleza no parece capaz de labrar un modelo tan perfecto”

“Como una más de las curiosidades que encierra la historia, la Reina María de Inglaterra tuvo sus razones para enamorarse locamente de Felipe II. Una de ellas fue el dictamen que recibió sobre el monarca: “La naturaleza no parece capaz de labrar un modelo tan perfecto”

 

Aquel carácter apesadumbrado y melancólico, triste y demasiado serio y grave, insociable y esquivo, impasible e indiferente, ególatra y codicioso, mojigato, y farsante e infiel con sus mujeres, intransigente y apasionado con ensañamiento e impiedad, vestido siempre de negro, ensimismado entre los muros de piedra del monasterio de El Escorial quizás, o mejor arriba, allá, en una ladera de la colina, apoyado y descansando en un grandioso granito abandonado, acoge con idéntica indiferencia la noticia de la derrota de la escuadra Invencible, con frialdad similar -digo-, que el éxito en San Quintín.

 

El que mueve los hilos en la sombra

Mediante odiosas artes diplomáticas, con igual fervor escudriñaba los credos de sus vasallos, que diseminaba y distribuía agentes pagados y sufragados, por absolutamente todas las capitales extranjeras; estos confidentes traidores y sin sentimientos que pagaban un precio excesivo por mordidas, alcabalas y socaliñas, de tanto vender su alma, hacían lo propio con su patria, siempre por un manojo de escudos. En cuanto a los monjes, en general fueron el clima y el medio de aquellas entrañas y sentimiento humillado y enviciado y sin alma sincera y honrada alguna, que presenciaba aquellos autos de fe y escenas inquisitoriales, sin el corazón compungido, apenado y doliente de ver tanta irreverencia y crueldad.

 

.- “En 1569, Felipe II exporta el Tribunal de la Inquisición a Perú y México; en 1610, a Cartagena de Indias”

.- “En 1569, Felipe II exporta el Tribunal de la Inquisición a Perú y México; en 1610, a Cartagena de Indias”

 

En España no se encontraba maravedí alguno. Los virreyes tanto de Chile, como de México y Perú enfurecen y ponen fuera de sí su avaricia, ambición y ruindad para complacer al tirano, y el gobierno de la Península se hace maligno y abominable a esos pueblos de ultramar; la voracidad y avidez de riqueza y peculio del déspota sueltan y originan la codicia y los desafueros del percal que allí es enviado, resultando todo un verdadero y total desorden y confusión, ocasionando que nadie pueda entenderse.

 

El ocaso de la Casa de Austria

A Felipe, llamado ‘el Prudente’, quizás por su melancolía, le continúan otros dos, asimismo envilecidos, y que deambulan y actúan desde la barrabasada hasta el despropósito a velocidad sobrevenida. Y, finalmente, agoniza la crónica de la perversa casa austriaca con un rey idiota -Carlos II, ‘el Hechizado’-, que reina desde su mayoría de edad -catorce años- el vertiginoso espacio de tiempo de veinticinco años. Su sobrenombre le venía por su desgraciado estado físico, atribuido a la hechicería e influencias infernales, cuando lo único perverso y enrevesado fueron los continuos matrimonios consanguíneos en la realeza, que hicieron que Carlos creciese desmedrado, raquítico y estéril.

 

“No se sabe cuándo fue evidente que Carlos II era yermo e incapaz de dar un heredero a la Corona, pero -más bien pronto- la corte real se convirtió en un hervidero de conspiraciones, en un juego hasta el hartazgo de espías. El propósito era claro: intervenir en la enredada e ininteligible sucesión cuya proximidad estaba a punto de desencadenarse. Carlos vivió hasta los 39 años”

“No se sabe cuándo fue evidente que Carlos II era yermo e incapaz de dar un heredero a la Corona, pero -más bien pronto- la corte real se convirtió en un hervidero de conspiraciones, en un juego hasta el hartazgo de espías. El propósito era claro: intervenir en la enredada e ininteligible sucesión cuya proximidad estaba a punto de desencadenarse. Carlos vivió hasta los 39 años”

 

La península, así, pasó a ser la mejor ocasión para las ambiciones extranjeras, que hicieron que perdiésemos hasta nuestra nacionalidad. Esta dirección fue la que sostuvo la sociedad peninsular mientras reinó la casa de Austria: fuera de nuestras fronteras, guerras sin fin alguno; y dentro de ellas, la muerte de las libertades. Allí donde lucía y se encendía un destello de inteligencia, la hoguera también se iluminaba para quien despuntaba.

De manera que indiferentes e inertes, demasiado tranquilos y enteramente descabezados, nos hallaron las casacas foráneas cuando llegaron a España a resolver sus inclinaciones de poder. Solo algunos miles de monasterios para tañer en los responsos de una cultura que había naufragado y se había hundido es cuanto quedaba del espléndido legado que dejó Isabel la Católica.

 

.- “El Conde Duque de Olivares. El siglo XVII va a ser un nido de validos que van a protagonizar un sinfín de conflictos internos”

.- “El Conde Duque de Olivares. El siglo XVII va a ser un nido de validos que van a protagonizar un sinfín de conflictos internos”

 

 

Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación por la Universidad de Oviedo con la defensa de la tesis “La educación en la obra del Dr. D. Enrique Diego-Madrazo y Azcona”, su verdadera vocación es la de maestro, profesión en la que ha ejercido como director del C.P. Pedro Velarde -Muriedas (Cantabria)- en los tres últimos años de su actividad docente.

Publicaciones.-
“Enrique Diego-Madrazo, un precursor pedagógico relevante” (2009). Centro de Recursos, Interpretación y Estudios en materia educativa. Polanco (Cantabria).
Coordina y escribe con otros autores “Colegio Ped… seguir leyendo