En los tiempos que corren las personas de a pie poco, o nada, nos preocupamos por el mundo de la ciencia en sus implicaciones morales. Es cierto que hace algunas semanas podíamos oír en las noticias que en Inglaterra se estaba votando si era procedente o no lo que se llamó “la concepción de tres padres”. Ya la denominación nos reservaba de hacer cualquier comentario puesto que, en principio esa idea era imposible; además, la explicación, aún simplificada, que nos ofrecieron los medios informativos no era suficiente para que algunas personas entendieran en qué consistía, y mucho menos pensar en la moralidad o no del asunto. Hago esta referencia porque el libro que voy a mostraros ahora se ve como un ejemplo de una cuestión de ética científica. Aunque parezca muy extraño hablo de literatura, sí, también sirve para estas cosas.
No sé si lo recordaréis, pero en 2010 estrenaron una película llamada Never Let me go, en español, Nunca me abandones. En realidad no sé qué alcance pudo tener, ya que se estrenó con la idea de aprovechar el tirón que Keira Knightley había tenido con Piratas del Caribe, aunque en mi caso sí que fui consciente de su estreno y de lo rara que era. En cualquier caso, la película se basaba en una obra homónima, de 2005, del autor nacido en Japón Kazuo Ishiguro, sin embargo, el film nos desvelaba desde muy temprano qué era lo que sucedía en la historia. Por ello quiero, tanto si la visteis como si no, invitaros a que leáis el libro, os sorprenderéis ya seáis de un grupo o de otro.
La narradora de las historia es Kathy una cuidadora que está escribiendo sus memorias antes de jubilarse, de este modo nos remontamos hasta su adolescencia donde cobran protagonismo ella, su amiga Ruth y un chico, Tommy. El comienzo no es nada alentador, en realidad, parece que vamos a leer una novela de enredos donde el centro es el triángulo amoroso entre estos tres muchachos, y, de hecho, así es. La trama por tanto, no nos ofrece nada, en un primer vistazo, que nos incite a sumergirnos en la obra.
Por otro lado, tendremos la estructura: tres partes, casi como siempre. No sé si alguien por aquí recordará Demian de Hesse o El retrato de un artista adolescente de Joyce, pero ambas novelas son novelas de lo que llamamos “formación”, donde el centro, el motivo de la misma, es la educación del niño, y la estructura es la que encontramos en la novela. Parece que el género, altamente popular en el siglo XIX y principios del XX, vuelve a principios del siglo XXI, aún no hemos comprendido cuál es nuestro proceso de aprendizaje. Aquí es donde tenemos un punto interesante, no quizá por sí misma, aunque no os confundáis, el libro me ha encantado, sino como un hito en el conjunto de literatura de principios de siglo (hermanada con Indignación de Roth que ya hemos tratado en esta revista). De este modo, encontramos que la primera parte se nos narra todo el aprendizaje y vivencias en las escuela, el segundo lo que sucede en una especie de retiro para poder escribir lo que en la realidad equivaldría a un trabajo fin de carrera y la tercera parte la trayectoria profesional de estos tres personajes. Sin embargo, desde el principio nos dejan muy claro su final, su objetivo es ser donantes.
Cuando leí la novela en su día me impresionó este punto. Eran los tiempos en donde era muy normal declararse abiertamente donante de órganos, donde era un orgullo y en el que se crearon unas pulseras para manifestar esta opción postmortem. No estoy en contra de las donaciones, sino en el fenómeno que casi lo convirtió en moda. En la novela se declara desde el principio de la existencia del individuo y es aquí donde empezamos a sospechar que el círculo amoroso es algo más y que la formación del individuo, como tal, es decir, las enseñanzas que reciben en la escuela o los trabajos que hagan en ella, no es tan importante como pueda parecérnoslo a nosotros en el mundo real. En este punto puedo decir que sí, es una novela de ciencia ficción que trata, como dejaba caer al principio de la ética de la ciencia. No quiero desvelar el nóvum (qué elemento tiene de ciencia ficción), porque a diferencia de la película, en la novela no queda claro desde el principio y éste se desvela en el último capítulo. Ésta es una de las razones por la que os invito a leer la novela, el sentimiento de desubicación es constante y lo que nos provoca avanzar es el intentar limpiar lo que estamos leyendo para saber qué nos están queriendo decir realmente. Mientras tanto disfrutamos de la juventud y sus avatares.
No obstante, esa inquietud no nos va a desviar de poder apreciar la belleza de la novela. Esto, sin duda, es lo que me gustaría destacar de ella. A pesar de que lo que estamos leyendo son eso que acabo de decir, avatares de juventud, la calidad psicológica de cada personaje es extraordinaria. En este sentido, tendremos que fijarnos en cuatro núcleos de psicología: cada uno de los personajes que he dicho, Kathy, Ruth y Tommy, pero también tendremos lo que podemos denominar el interior y el exterior. El interior se localiza en la primera parte, donde podemos ver qué carga psicológica tiene su mundo, en la segunda la mezcla de su mundo y el mundo exterior, fuera de las escuelas, y en la tercera el exterior donde ellos tienen que aprender a vivir. Estas caracterizaciones además están expresadas en un lenguaje directo y sencillo, sí pero que aún permite el velo.
Quizá la novela de Ishiguro ha sido una de las pocas que he podido llamar bonita, en cuanto a la delicadeza y cuidado de los sentimientos de las personas. Las acciones, las reacciones e inquietudes eran reales, consigue que un libro de ciencia ficción (y con todas las mezclas de las que he hablado antes) refleje la sentimentalidad de manera extraordinaria y, al no declarar el nóvum, desde el principio no pensemos que actúan de determinada manera a causa de ello. Ejemplo de esto que acabo de decir sería La mano izquierda de la oscuridad, que a mi parecer también tiene mucha psicología, sin embargo, y así lo quiere la novela, queda justificada porque estamos en un mundo de extraterrestres.
Por todo esto, la calidad, la sensibilidad, el equilibrio entre lo oculto y la capacidad de mostrarnos la psicología, y esa insistente necesidad, que nos provoca el libro, de desvelar cuál es el engaño, cosa de la que también se ocupa el personaje de Tommy, aunque en principio no lo siente así, su afán es el arte, os invito a que os adentréis en Nunca me abandones, desentrañad cual es la cuestión y plantearos, pues ese es el objetivo del libro, qué implicaría vivir en un mundo como el que nos han mostrado en la novela. Sólo una pista dos a partir de uno, para el uno.