Director: David Bickerstaff.
Música: Jean Delille.
Documental, 2018
90 minutos
De la serie Los grandes del arte en el cine.
Aunque el director Bickerstaff desea presentar a Degas como un perfeccionista, dedicado a la pintura y a la escultura, lo que consigue más bien es mostrar a un hombre insatisfecho, algo envidioso y hasta antipático.
Degas estudió en el liceo Louis-le-Grand, y al acabar el bachillerato comenzó a estudiar Derecho, pero pronto abandonó la carrera, para dedicarse a copista de cuadros en el Louvre. En 1855 conoció a Dominique Ingres, y animado por él se matriculó en Bellas Artes, pero de nuevo abandonaría los estudios.
Viajó a Italia para conocer a fondo a los maestros del Renacimiento, como Miguel Ángel, Rafael o Tiziano, y en 1859 pintó “La familia Bellini” (hoy en día en el Musée D’Orsay). Más tarde, al conocer a Manet, “cambiaría” su estilo.
El documental está filmado principalmente en el museo Fitzwilliam de Cambridge, en la National Gallery de Londres y en la National Gallery of Arts de Washington, así como en el museo criollo de Nueva Orleans y el Musée d’Orsay.
El director se empeña en ensalzar la faceta escultórica de Degas. Se hace un especial recorrido por la pequeña bailarina de cera. La modelo era una niña de 14 años que posaba para él, una “ratita”, como se conocía en París a las niñas que entraban a practicar en el conservatorio y que posó para Degas en 1881. La escultura original fue creada en cera y rematada con un lazo de muselina. No fue hasta 1922 cuando se hizo el vaciado en bronce, y está en la National Gallery of Arts de Washington.
Pero, en lo que concierne a la personalidad de Hilaire-Germain- Edgar de Gas, el documental nos descubre un hombre insatisfecho, huraño, extraordinariamente crítico con sus contemporáneos y consigo mismo. Degas era un misántropo, un misógino y un tipo bastante pagado de sí mismo. En el filme se habla de que tomó partido, en conversaciones de taberna, por el antisemitismo. Al parecer se posicionó en contra de un capitán alsaciano judío, acusado, sin prueba alguna, de espionaje, y de proporcionar mapas a los alemanes. La polémica del caso Dreyfus dividió a los franceses en dreyfusards y antidreyfusards.
Sin embargo, y aunque seguramente Degas era antisemita, nunca participó, ni se benefició de ningún privilegio con los nazis. Estableciendo el paralelismo entre personalidades como Picasso y Degas, ambos bastante planos intelectualmente hablando, ambos misóginos y puteros (Picasso era asiduo de los burdeles tanto como Degas, aunque este último más, posiblemente para hacer bocetos), ambos despreciaban a las mujeres y aunque Picasso que no era antisemita, y además se decía “comunista”, recibía y comerciaba abiertamente con los nazis.
Degas murió solo en su casa de París, a los 83 años, rodeado de innumerables obras. Entre ellas el célebre “Caballo parado” (vaciado posteriormente en bronce) y una colección de estudios de mujeres desnudas, en posturas cotidianas, aunque íntimas. También numerosas bailarinas en cera y arcilla, con posturas francamente enrevesadas. Todas ellas se fundieron en bronce muchos años después de su muerte.
Pasión por una perfección que nunca alcanzó.