Es la segunda vez que tengo que escribir sobre una obra de Karyn Kusama. Hace tiempo ya publiqué una reseña de The Invitation, un thriller emocionante que enamoró en el festival de Sitges, allá por 2015.
En esta nueva película se nota la influencia de un tipo de narrativa más cercana a las series de televisión que a la del cine. Kusama ha estado trabajando recientemente en series como The man in the High Castle, Masters of sex y Halt and Cath Fire. Su estilo se caracteriza por el desarrollo de una trama principal, una trama secundaria y una tercera trama entremezcladas, como un coherente popurrí, que confluye en el montaje final.
La película nos cuenta la historia de Erin Bell (Nicole Kidman), una detective que quiere reiniciar la investigación de un caso en el que se vio involucrada años atrás y que la dejó marcada de por vida. A través de sucesivos flashbacks, nos va desvelando lo que sucedió en aquel caso, mientras relata la pobre relación con su hija y algo sobre su trabajo. Se trata de un thriller policíaco que nos va dando pistas confusas sobre el pasado y sobre el futuro, pero que consigue funcionar finalmente de manera muy interesante y fresca.
La película no descuida la narrativa ni la edición, pero he de decir que los postizos que lleva Nicole Kidman son poco creíbles y ello arruina bastante la credibilidad de la interpretación. Es la primera vez que veo que el maquillaje acaba entorpeciendo el papel de un actor más que favoreciéndolo. Cosa que no creía posible, hasta ahora.
Karyn Kusama se está haciendo un hueco dentro del género y la verdad es que espero más proyectos suyos, con ese aroma asfixiante, con el que consigue embriagar al espectador.
Título original: Destroyer
Director: Karyn Kusama
Guión: Phil Hay, Matt Manfredi
Intérpretes: Nicole Kidman, Sebastian Stan, Toby Kebbell
Nacionalidad: EE.UU.
Género: Thriller
Año: 2018
Estreno en España: 22 de febrero de 2019