Desassossego, desassossego, desassossego… | Revista Artes y Cosas

 

Francesco Arena, Andrea Büttner, John Cage, Giorgio Griffa, Elín Hansdóttir, Jiří Kovanda, Perejaume, Wilfredo Prieto e Ignacio Uriarte
Comisario: Tiago de Abreu Pinto
Meditaremos em silêncio a diferença entre nós
Galería Nogueras Blanchard
Doctor Fourquet, 4. Madrid (Madrid)
14 de noviembre de 2015 – 9 de enero 2016

 

Por Pablo Allepuz García

La galería de Àlex Nogueras y Rebeca Blanchard, instalada en Doctor Fourquet desde 2012, quizá no disponga del mejor espacio expositivo ni de la tradición más amplia en el sector, pero queda compensado con creces mediante un trabajo riguroso sobre el arte conceptual, una nómina de artistas envidiable y un aparato teórico a la altura de las exigencias; lo ejemplifica a la perfección Meditaremos em silêncio a diferença entre nós, en la que se concitan dos generaciones, una de creadores muy consolidados por la crítica y la historiografía, entre ellos John Cage o Jiří Kovanda, y otra más joven, descubierta, representada e impulsada desde la propia galería, como son Francesco Arena, Wilfredo Prieto e Ignacio Uriarte, que se integran conjuntamente dentro de un discurso curatorial profundo y sugerente. En ello ha colaborado de forma decisiva el asistente de la sede madrileña y comisario de la presente exposición, Tiago de Abreu Pinto, quien prepara su tesis doctoral sobre comisariado de arte en la Universidad Complutense y ha cosechado una cierta experiencia práctica en la Kunsthalle de São Paulo, en las Bienales de Gwangju y Marrakech, y en otras convocatorias locales como Jugada a 3 Bandas o Se Busca Comisario.

 

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En esta ocasión ha tomado el Livro do desassossego, escrito por Fernando Pessoa entre 1913 y 1935, como eje de una reflexión sobre la otredad del individuo consigo mismo, entre dos individuos y del individuo hacia el colectivo, siempre en línea con Husserl y Heidegger y sin recurrir a Lacan. El relato material se construye, por tanto, a partir de la Lapide (desassossego) de Francesco Arena, un acrónimo objetual (Dado – Euro – Sasso – Accendino – Scatola – Sega – Ombrello – Spirale – Stringa – Elastico – Giornale – Occhiali) del citado título, y se desarrolla con otras ocho obras que remiten de alguna manera a la novela: un montón de folios, un rincón en tonos grises, un inquietante espejo, una sombra incierta, un anillo… que corren el riesgo, por cierto, de convertirse en meras ilustraciones.

 

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Pero, con ser de gran interés la postura del comisario, centrado por lo demás en el entre nós del título de la exposición, quizá sería oportuno, obedeciendo al narrador-heterónimo Bernardo Soares, meditar precisamente la diferença en sí misma, de manera que las obras pudieran desenvolverse en un contexto más acorde con las características históricas de la poética conceptual: lo paradójico de introducir obras conceptuales en una galería comercial, pues se trataba en principio de artistas que reaccionaban contra el mercado, lo peligroso de un acercamiento fenomenológico-existencialista en términos de yo y otro, toda vez que Arthur. C. Danto ha sentenciado la supuesta muerte del arte como percepción y habida cuenta que buscaban un arte despersonalizado frente a los excesos subjetivos del expresionismo abstracto y las personalidades pop, lo contradictorio de vincular tales obras con aspectos ajenos a ellas, pues pretendía ser un arte ensimismado; en este sentido, el punto de partida vendría dado por el texto fundacional de Ad Reinhardt “Art-as-Art” (1962-1963), en el que ya defendía tautológicamente la tautología de “the end of art is art-as-art”. A ello cabría añadir las teorías filosóficas que se desarrollaban en paralelo, tales como la différance del “il n’y a pas de hors-texte” derridiano o la célebre fórmula deleuziana de la Diferencia y repetición, en cuyo prefacio afirma que “la tarea de la vida consiste en hacer coexistir todas las repeticiones en un espacio donde se distribuye la diferencia”.

 

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Desde esta nueva aproximación hay que empezar por leer la imagen, como proponía en su momento Alberto Corazón, y escudriñar sus especificidades intrínsecas: las cinco eses que se repiten en desassossego tienen cinco objetos (significantes) diferentes en la obra de Arena; los ventiladores de Prieto, enchufados a un ladrón, y éste a otro, y este otro a otro más que llega por fin a la toma principal de la pared, y que se soplan unos a otros en un círculo eterno, parecen susurrar esas eses y traducirlas a sonido mediante su aliteración; la partitura de Cage, que bien podría haber indicado las notas para los instrumentos de viento-metal que suponen los ventiladores, lleva aparejada una doble repetición, tanto externa, por la Cheap Imitation a Satie, como interna, por la propia composición del lenguaje musical; la rosa de Kovanda, que debe ser repuesta cada tres días, hace así resonar el verso de Gertrude Stein “Rose is a rose is a rose is a rose”; los folios apilados de Uriarte, que aparecen y desaparecen de uno en uno en un proceso cíclico, encuentran explicación en la repetición rutinaria del trabajo de oficina y traducen dicha lógica al lenguaje fílmico; las líneas de Griffa, quizá escritas sobre el último folio de Uriarte, también constituyen repeticiones, y cada una modifica la anterior y condiciona la siguiente; las luces de Hansdóttir, una suerte de tricomía descentrada, rompen el ritmo de los lienzos de muro e introducen la diferencia de manera que la sombra se descompone en el espectro del R(ed)G(reen)B(lue); el espejode Perejaume, que siempre refleja lo mismo y siempre es distinto; y, por último, la xilografía de Büttner, que lleva implícita en su propia re-producción los conceptos repetición, por seriada, y diferencia.

 

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El recorrido propuesto es tan solo uno de los muchos posibles. Igualmente interesante sería indagar la singular relación de las obras con sus títulos, entre lo irónico y lo poético, como la fría Caricia de los ventiladores o el lavabo ausente en Lavabo de Perejaume; o, asimismo, la actualización de los grandes problemas del arte, como la reflexión sobre los mitos de la caverna platónica y de la dama de Corinto en Hansdóttir o de la santa Verónica y de Narciso de nuevo en Perejaume. Esa necesidad de volver sobre lo mismo para encontrar nuevas lecturas es precisamente lo que distingue a las grandes obras, a las buenas exposiciones y lo que hace, en suma, que NoguerasBlanchard marque la diferencia. Medítenlo en silencio entre ustedes.

 

 

*Fotografías de Roberto Ruiz, cortesía de NoguerasBlanchard

 

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