©Agatha A. Nitecka
En la esfera del amor romántico, la longevidad suele alabarse como un logro. Regularmente se publican pequeñas noticias de uniones que han sobrevivido a muchas décadas y nunca dejan de atraer efusivos comentarios sobre lo delicioso, maravilloso e inspirador que es el amor duradero. ¿Estas parejas escogieron mejor desde un principio, supieron amar mejor si las comparamos a las que se separan antes? ¿O puede ser que escondieran sus problemas más profundamente y supieran evitar las minas emocionales que pueden estallar inesperadamente incluso en la pareja aparentemente más unida? ¿Se incrementa la intimidad con el tiempo? ¿Puede que se rompa de golpe o se erosione lentamente?
La pareja en torno a la que gira la película 45 AÑOS no ha llegado ni mucho menos a la decrepitud. Kate y Geoff están intelectual y físicamente sanos, si exceptuamos la reciente operación a la que se sometió Geoff para instalarle un bypass. Se casaron jóvenes, como era costumbre en los sesenta y llevan más tiempo juntos que muchas parejas más jóvenes y más adversas a comprometerse. Parecen estar muy unidos, pero la película capta con gran agudeza lo vulnerable que llega a ser su matrimonio cuando se despiertan heridas y celos del pasado.
La anterior película del director, la muy aclamada Weekend, estrenada en 2011, describe una relación que apenas acaba de comenzar y que puede o no seguir más allá de los dos días indicados en el título. En esta, sin embargo, decide ver el anverso de la medalla, aunque las preguntas son muy similares a las planteadas en la anterior. ¿Cómo se establece la confianza mutua y cómo se expresa el amor? ¿Hasta qué punto podemos acercarnos al otro y hasta dónde debemos funcionar solos?
En muchos aspectos, Kate y Geoff son uno. Ella sabe qué libros empezó a leer Geoff y nunca acabó; él siempre intenta arreglar el lavabo; hablan de vecinos y amigos a su modo. Pero un macabro recordatorio de la vida de Geoff anterior a Kate – el descubrimiento del cuerpo de Katya, que se mató durante una excursión en Suiza hace cincuenta años -, le convierte en un extraño a los ojos de su esposa y subraya sin piedad las diferencias emocionales que les separan. “Una fisura, así se llama, una grieta en la roca”, dice Geoff hablando de la falla en la que se cayó Katya, sin imaginar que describe lo que está pasando con su matrimonio en ese momento. Geoff es ingenuo, sincero, carente de tacto, y como dice su mujer Kate: “Se apasiona demasiado”. Y seguirá pisando los sentimientos de su retraída y sensible esposa, convencido de que la honradez siempre es lo mejor. Kate, por su parte, se sumirá en los celos más desesperanzados, aquellos que surgen por las personas y las relaciones que desaparecieron hace mucho. “No puedo enfadarme por algo que ocurrió antes de lo nuestro, ¿verdad?”, dice, con mucha razón. Pero lo está, y la gama completa de motivos que tiene para estarlo se irán desvelando discretamente al espectador, aunque es posible que Geoff no lo vea.
No abundan las películas acerca de la vejez que no sean sentimentales o paternalistas. 45 AÑOS trata a sus protagonistas como personas que aún están en la flor de la vida y que son vulnerables a los dardos emocionales. Haber escogido a dos iconos de la cultura juvenil británica de antaño, Charlotte Rampling y Tom Courtenay, para encarnar a los dos protagonistas, solo añade más gancho a la película. Cuando Geoff le dice a Kate: “Eras despampanante”, no cuesta imaginar a Rampling como la célebre modelo y aspirante a actriz a la que bautizaron como “The Look”. Y cuando ella contesta: “Y tú eras tan elegante”, vemos a Courtenay en el papel del delgado y apuesto chico malo de La soledad del corredor de fondo y Billy, el embustero. La música pop de los sesenta parece perseguir a Kate – “I Only Want To Be With You”, “Young Girl”, “Happy Together” – mientras intenta enfrentarse al pasado resucitado de su marido y subraya cruelmente el contraste de las fantasías de juventud con la realidad de hacer que el amor permanezca.
45 AÑOS es una película compasiva, observadora y sutilmente graciosa que estudia con lupa una fase de la vida a menudo menospreciada, caricaturizada o directamente excluida del cine y una vertiente del amor – los celos retrospectivos – tan complicada de describir como difícil de vivir. También vemos a dos grandes intérpretes en sus mejores papeles en mucho tiempo. Yse puede afirmar que Andrew Haigh – después de la aclamada serie dramática “Looking” – es un guionista y director con una mirada perspicaz y poco común.
ENTREVISTA CON ANDREW HAIGH
- ¿Qué le atrajo del relato y cómo fue el proceso de adaptación?
Me pareció desgarrador ver tambalearse una relación ante el último obstáculo. Como si un recuerdo del pasado, el cuerpo preservado en el hielo durante años, hubiese estado esperando el momento oportuno para sembrar el caos, un callado caos interior. A través de las fisuras de la tierra aparecen dudas y temores, todo lo que no se ha dicho durante años, las emociones reprimidas y escondidas. Es como si la relación entre Kate y Geoff, desde sus cimientos, fuese puesta en duda por una mujer que ya no existe.
El relato original era muy claro y preciso, pero tuve que expandirlo para adaptarlo a la gran pantalla. Además de añadir la fiesta de aniversario, otro gran cambio fue bajar la edad de los protagonistas, de ochenta años para arriba a sesenta y muchos. La historia original transcurre en los años noventa y la historia del pasado tiene que ver con la II Guerra Mundial. Pero quería que Kate y Geoff estuvieran en el momento actual. No me apetecía que tratase de una decisión tomada por una generación desaparecida, sino de las decisiones que deben tomar ahora. Decidí contar la historia únicamente desde el punto de vista de Kate, lo que también difiere del relato original. Hay muchas películas y obras de ficción que tratan de crisis existenciales, pero quería que esta historia tuviera una perspectiva diferente.
- ¿Puede hablarnos de la relación entre esta película y Weekend?
No cabe duda de que hay una correlación entre ambas. Las dos se interesan por las complejidades de la intimidad entre dos personas, el riesgo que implica exponerse emocionalmente a otra persona, la dificultad de ser realmente sincero acerca de los temores. Me interesa mucho ver cómo las relaciones románticas desvelan quiénes somos y cómo queremos que el mundo nos vea.
- La incapacidad de articular ciertas emociones se considera a menudo como algo muy británico. Ya que ha trabajado en Estados Unidos, ¿qué opina?
Creo que hay algo cultural y políticamente conservador en los británicos que impulsa a muchos a esconder sus sentimientos para mantener el statu quo. Y ocurre sobre todo en la clase media inglesa. Dicho eso, también creo que es muy difícil para cualquiera hablar abiertamente de sus sentimientos porque en la mayoría de casos carecen de lógica, incluso para nosotros. Podemos tenerlos, pero cuesta mucho expresar lo que son. También es un riesgo; compartir los sentimientos más íntimos siempre parece un riesgo.
- ¿Qué aportó Charlotte al papel y qué tiene de especial como actriz?
Charlotte es una actriz de una inteligencia tremenda. Sabe lo que el público percibe como real y lo que no. Cuando la veo en la pantalla siento una tormenta de emociones debajo de la superficie, detrás de su mirada. Invita a que la observen, pero también desaconseja acercarse. Es algo que me parece del todo real. Hay cosas dentro de nosotros que deben quedarse con nosotros.
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¿Y Tom Courtenay?
No solo hay vulnerabilidad en Tom, sino también en su interpretación. En ningún momento quise a un personaje enfadado despotricando contra el mundo entero. Lo he visto demasiado a menudo en la pantalla. Buscaba algo más complejo, más sensible. Es un personaje con sentimientos, no es el malo de la película. Espero que en 45 AÑOS no haya villanos, solo personas que intentan entender.
- La historia de ambos como iconos de los años sesenta está presente en la película mediante la música pop. ¿Es algo que ha hecho intencionadamente para que el público se dé cuenta?
Siempre tuve la esperanza de que sus historias estuviera presentes de un modo sutil. En parte, la película trata de la esperanza que vivieron en el pasado, de nuestro potencial en la juventud y de saber que estos actores, de jóvenes, aportaron esperanza. Y esto entraña cierta melancolía, un sentimiento que me interesa mucho. A veces pienso que la melancolía que despierta el pasado se refiere más a los fallos y decepciones del presente que al pasado propiamente dicho.
- Hay algo en su relación en la pantalla que parece muy real y, a la vez, poco habitual en personas de su edad. Se tiene la sensación de que siguen creciendo como personas. ¿Puede decirnos hasta qué punto estaba en el guion, o si apareció mientras filmaba y la interpretación tuvo mucho que ver?
Era mi intención desde el principio. No creo que la gente deje de buscar respuestas porque se haga mayor. Se piensa que en la treintena debemos haberlo aclarado todo, saber quiénes somos. Pero estoy seguro de que, para la gran mayoría, la vida no funciona así. Cambiamos constantemente, evolucionamos, y siempre hay más preguntas. Si no es así, debería serlo.
- ¿Qué opina de los celos de Kate, son racionales o no?
Siento una enorme simpatía por Kate. Desde luego, sus sentimientos son irracionales, pero también se dirigen a algo más profundo y desconcertante. Como si, al verse obligada a centrarse en su relación con Geoff, hubiera sentido una náusea que no consigue superar. Se siente rechazada, tiene celos, pero también se cuestiona toda su vida. Al detenerse a pensar en el edificio que ha construido durante esos años, carece de sentido. Se ha derrumbado y no está segura de si sabe cómo levantarlo de nuevo.
- Las referencias a la naturaleza añaden una capa muy poética. La tierra esconde secretos, cosas que se hacen invisibles, pero que no desaparecen. ¿Quiere añadir algo a esto?
Me parece obvio que lo ocurrido en el pasado, lo que enterramos bajo la superficie, siempre permanece. Y no me refiero solo a cosas importantes, a acontecimientos dramáticos en nuestras vidas, sino a los detalles pequeños y mundanos que pueblan nuestra existencia. A menudo lo ignoramos, intentamos vivir en el presente, pero no es fácil. El desván esta cada vez más lleno y si no tenemos cuidado, las vigas pueden ceder bajo tanto peso y dejar un buen lío en el suelo de la alcoba.
- El comienzo de la película es muy tranquilo a pesar de la intensidad de los sentimientos. ¿Puede hablarnos de algunas decisiones estéticas?
Me parecía importante que la película empezara sin aspavientos y siguiera así. No se trata de grandes traumas saliendo a la luz, sino de cosas pequeñas, de decisiones, de sentimientos y emociones reprimidas, de lo que no podemos articular. A veces creo que nos esforzamos en no poner demasiada presión en esas fallas con la esperanza de que el suelo no se abra y se nos trague.
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