MICHAEL FASSBENDER es un premiado actor y productor. Se dio a conocer en 2001 con su papel en la famosa miniserie Hermanos de sangre, de Steven Spielberg y Tom Hanks. En 2007 hizo su debut cinematográfico como Spartan Stellos en 300, de Zack Snyder.
Por su aplaudida encarnación de Bobby Sands en Hunger, de Steve McQueen, ganó numerosos galardones a la Mejor Interpretación, entre los que mencionaremos el Premio del Cine Independiente Británico (BIFA), el Premio del Cine y la Televisión de Irlanda (IFTA) y el Premio del Círculo de la Crítica de Cine Londinense, así como premios en los festivales de Estocolmo y Chicago. Al año siguiente, el Festival de Chicago le concedió el Premio al Mejor Actor Secundario por Fish Tank, de Andrea Arnold, por la que también fue nominado a un BIFA y a un IFTA, además de ganar otro Premio del Círculo de la Crítica Londinense.
Le hemos visto en éxitos comerciales interpretando a Magneto en X-Men: Primera generación, X-Men: Días del futuro pasado y el próximo estreno X-Men: Apocalipsis; a David en Prometheus, de Ridley Scott, y a Carl Jung en Un método peligroso, de David Cronenberg.
En 2014 fue nominado al Oscar, al Globo de Oro y al BAFTA al Mejor Actor Secundario por su encarnación de Edwin Epps en 12 años de esclavitud, su tercera colaboración con Steve McQueen, después de Shame, en 2012, por la que fue nominado a un Globo de Oro.
Otras películas suyas son Malditos bastardos, Jane Eyre, Indomable, El consejero, Frank y Slow West.
Actualmente podemos verle en Macbeth, y acaba de rodar Assassin’s Creed, de la que es productor a través de su empresa DMC Film Limited.
– Las 570 y algo páginas que conforman la biografía de Steve Jobs escrita por Walter Isaacson siguen las huellas de biografías sobre Albert Einstein y Benjamin Franklin del mismo autor. ¿Qué tiene Steve Jobs y sus logros para que esté en tan elevada compañía?
La idea de Steve Jobs siempre fue que todos debíamos tener un ordenador, no solo la élite. Le apasionaba el concepto del ordenador como objeto intuitivo que todos pudiéramos usar, en oposición a la idea de objetos que nos aterraban. Steve Jobs cambió nuestras vidas. Cambió la forma en que funcionaba el mundo, la manera de comunicarnos e interactuar, de ver cine, de escuchar música e incluso de hacer la compra. Alguien con esa influencia en nuestras vidas merece cierta atención.
– Aaron Sorkin modela sus guiones al estilo de los grandes escritores de Hollywood, como Wilder y Hecht. Son rápidos, divertidos e inteligentes. ¿Qué le pareció el guión cuando lo leyó?
Eran casi 200 páginas de diálogo rápido. El ritmo de Aaron es muy particular y pasé muchas horas solo trabajando con el guión. Por suerte, Danny tuvo la brillante idea de añadir un amplio periodo de ensayo antes de rodar cada acto. Es algo que ocurre poquísimo, casi nunca. Se lo agradeceré eternamente, jamás habría podido filmar a esa velocidad sin haber ensayado antes.
– No pueden negarse los logros de Steve Jobs, pero mucha gente hace hincapié en sus métodos y en algunas tácticas realmente maquiavélicas. ¿Qué opina?
Creo que había elementos maquiavélicos en Steve Jobs. Puede que algunas vertientes de su personalidad fueran simplemente crueles. ¿Realmente era necesario tratar a la gente así? Puede que no. Pero la personalidad y los logros van unidos. En ciertas ocasiones hay que provocar y manipular. Como actor, sé que los realizadores emplean esas tácticas algunas veces. Si llevo muchas horas trabajando, pierdo la paciencia mucho más deprisa, y Steve trabajaba muchas horas sin descanso. Hicieron jornadas de veinte horas las tres o cuatro semanas anteriores al lanzamiento del Macintosh. Ya se sabe, en cualquier negocio, si uno está quieto demasiado tiempo, la competencia le deja atrás. Steve Jobs era muy consciente de que debía avanzar constantemente. ¿Cuántos días de vacaciones se tomó en 40 años? No creo que muchos. Tenía una visión, y pasó unos 40 años persiguiéndola; me parece toda una hazaña. Tuvo la capacidad de perseguir esa visión durante décadas, no todo el mundo resiste tanto sin ser pisoteado en el camino.
Uno de los miembros del equipo original de diseñadores del Macintosh dijo que Jobs funcionaba dentro de “un campo de distorsión de la realidad”, en el sentido de que, si repetía las suficientes veces que el cielo era verde, todo el mundo acabaría por creerle. Gracias a esto, pudo imponer su idea del ordenador personal, de nuestra relación con esos ordenadores. ¿Habría sido capaz de hacerlo sin esa tremenda voluntad? No lo sé. Me parece que van unidos; era un ser humano muy complejo.
– Debe de ser el guión más largo jamás filmado por Danny Boyle, conocido por su gran sentido narrativo visual. ¿Qué aportó a un guión tan fluido y rápido como el de Sorkin?
Danny es un hombre positivo, lleno de energía, que siempre anima. Creo que inyecta esas tres cualidades a sus narraciones. La energía que aporta al trabajo de cámara es de suma importancia para una película como esta, donde los personajes hablan mucho durante dos horas. Danny viene del teatro, empezó allí y entiende el mundo de la palabra. En muchos aspectos, el guión es muy teatral. Los personajes parecen entrar a menudo desde bastidores; no es difícil imaginar una puesta en escena en un teatro.
– En Apple todos sabían que solo había una persona capaz de enfrentarse a Steve Jobs e incluso callarle, me refiero a la directora de marketing, a Joanna Hoffman. ¿Qué aportó Kate Winslet al personaje?
Creo que Joanna tuvo bastante impacto en Steve. Existe una grabación de ellos dos después de que echaran a Steve de Apple, y queda patente que no se mete con él, no va a por él. Creo que Kate capta ese sentimiento a la perfección. En la película, Joanna es la única persona que puede retenerle. La dinámica entre los dos fue muy buena. Joanna le saca su lado humano, porque lo tiene, pero está enterrado en lo más profundo de su ser. Creo que Steve nunca baja la guardia, hasta el punto de que puede considerarse un trastorno. Tiene un bloqueo que le impide ser vulnerable, abrirse a los demás. Vi varias entrevistas suyas y la armadura estaba allí. Notaba el brillo de la armadura.
Reconozco que le debo mucho a Kate. Recuerdo la primera lectura conjunta antes de los ensayos. Ella ya había construido el personaje, el acento era muy leve, impecable. Pensé: “Lo tengo crudo”. No tiene par como intérprete. Luego, a la hora de rodar, lo pasamos muy bien. Nos apoyábamos mutuamente, y eso es lo bueno de tener a una auténtica compañera, sabes que está ahí para ti, que va a provocarte para que des lo mejor de ti mismo, que responderá a tu interpretación, en vez de quedarse rígida, sin modificar un ápice las decisiones que tomó antes de rodar la escena. Es muy intuitiva y posee una técnica brillante.
– Teniendo en cuenta la colaboración previa de Jeff Daniels con Aaron Sorkin, ¿llegó a los ensayos con el papel de John Sculley a punto, preparado para el ritmo de Sorkin? ¿Cómo entiende la relación entre su personaje y el suyo?
La ironía existe, pero Jeff Daniels la supera. Es el hombre con el sentido del humor más irónico que he conocido nunca. Aporta algo único a la película, una gran inteligencia. Lleva tiempo haciendo esto, dirige una compañía de teatro en Michigan y conoce al dedillo todos los componentes de la narrativa. Lo importante son los detalles en su interpretación. En el primer acto, Jobs bebe vino y Sculley se limita a observarle. Son matices de ese tipo, pequeños detalles que ponen la maquinaria en marcha. Enseguida se nota que hay algo más complicado en la relación entre ellos dos.
Creo que Sculley interesaba a Jobs porque procedía de un mundo totalmente opuesto al mundo de Steve. Sus orígenes no podían ser más diferentes. Sculley había nacido en el seno de una familia perteneciente a la clase alta de la costa Este, había disfrutado de una buena educación. Aparentemente, Jobs se rebelaba contra esas cosas, pero en lo más profundo de su ser, admiraba a Sculley. Se nota en la forma en que se viste para ir al lanzamiento de Apple, intenta imitar el estilo de John.
Hay una historia que ilustra las dicotomías que existían en su relación con Sculley. Cuando John lleva a Steve a las oficinas centrales de Pepsi, vio que había una zona muy elegante, muy cómoda, a la que no tenía acceso la mayoría de empleados. Le sacó de quicio, Steve no entendía ese tipo de segregación dentro de una empresa. Por otra parte, le gustaba que John condujera un Mercedes, que fuera elegante y tuviera buen gusto; eso le importaba mucho, le gustaban los objetos bonitos, el buen diseño. Podemos decir que había cierta ambivalencia.
La realidad es que Steve Jobs necesitaba a alguien que se enfrentara a la junta directiva de Apple. Los miembros de la junta respetaban a Steve, le consideraban un auténtico genio de la técnica, pero les costaba tratar con él, no era “material directivo” en su opinión. Steve pensó que Sculley controlaría a la junta porque los miembros le respetaban, pero no sabía nada de ordenadores, y por eso Jobs podía manipularle.
– La relación entre Steve Jobs y Steve Wozniak, al que encarna Seth Rogen, es muy matizada en la película. No cabe duda de que fue complicada, como ocurre entre muchos socios creativos. ¿Cómo ve esa relación? ¿Y cómo fue trabajar con Seth?
Creo que Steve sabía que Steve Wozniak era alguien muy especial. También sabía que Woz sería el vehículo que le permitiría hacerse un hueco en el negocio. Steve Jobs era un gran vendedor, un gran negociador y un gran descubridor de talentos. Steve Wozniak era quien poseía los conocimientos informáticos. Pero ¿podía Steve Wozniak comercializar el producto y venderlo al mundo? ¿Tenía la visión suficiente como para ver el futuro del ordenador personal? No estoy seguro. Formaban una pareja clásica y que por eso trabajaron tan bien juntos. Uno era el genio que diseñó el Apple II, pero necesitaba a un visionario como Steve para llevarlo por buen camino. Para Jobs solo era el principio; veía todas las posibilidades a lo largo del camino. Muchas personas reconocen que, después de hablar con él, era como si les hubiera mostrado el futuro.
Creo que debería haber alguien como Seth en cualquier plató. Es extraordinario, un gran profesional, generoso y tranquilo, pero también es una de las personas más trabajadoras que jamás he conocido. Consigue hacer muchas cosas al mismo tiempo y parece que se está relajando, pero escribe, produce, dirige e interpreta. Convierte a sus personajes en auténticos seres humanos. Incorporó pequeños gestos al personaje de Wozniak, la forma en que mueve las manos, por ejemplo, pero nunca se hace pesado ni obvio. Me encanta trabajar con él. El único problema de trabajar con Seth era no reírme cuando teníamos escenas juntos.
– Andy Hertzfeld parece ser una de las pocas personas en la vida de Jobs que consiguió cruzar la frontera entre lo profesional y lo personal. Es un programador brillante, uno de los miembros originales del equipo Mac, y se considera amigo de Steve. ¿Qué aporta Michael Stuhlbarg al papel?
Michael es un actor muy serio. Tal como estaba planeado el rodaje, tenía tiempo libre. Durante esos periodos, e incluso durante los ensayos, aprovechó para pasar tiempo con el verdadero Andy Hertzfeld. Construyó su personaje de forma específica, muy técnica, y quiso absorber lo máximo posible. Si se fija, es el único actor que rompe el ritmo, la cadencia Sorkin. En realidad no rompe el ritmo, pero lo cambia. Lo respeta, añadiendo pausas. Hertzfeld tiene su propio ritmo.
– Hacia el final de la película, Woz le dice a Steve: “Tus productos valen más que tú, hermano”, y Steve contesta: “De eso se trata, hermano”. ¿Qué se dicen realmente?
A Jobs le gustaba hablar de la eficiencia de los seres humanos comparada a la de otros animales; la energía que despliegan en relación a los resultados obtenidos. Digamos que el cóndor es el animal más eficiente del planeta en cuanto a los kilómetros recorridos y la energía gastada. Los seres humanos estamos bastante abajo en la lista, pero un ser humano en una bicicleta se convierte en un animal mucho más eficiente. Leyó el concepto en la revista Scientific American y se quedó con la idea de los seres humanos como constructores de herramientas que nos permiten trascender nuestras limitaciones y aumentar nuestras capacidades naturales. De eso se trata.
– Al fallecer Steve Jobs, el planeta entero pareció lamentarle. Algunas personas se sorprendieron ante este dolor espontáneo, más acorde con la muerte de una estrella de rock o un respetado líder. ¿Qué tenía Jobs que conmoviera a tanta gente?
En muchos aspectos fue un visionario, y no me refiero solo al ordenador personal. Steve visualizó los ordenadores como objetos intuitivos con los que se podía mantener una relación personal, en oposición a las aterradoras máquinas orwellianas aparcadas en un rincón. Hoy en día, vaya donde vaya, verá a gente mirando la pantalla de un iPhone. Graban, fotografían, envían mensajes, correos, twits. El iPhone es un ordenador en miniatura que casi se ha convertido en una extensión de la mano. Es difícil ver una mano que no lleve uno. Es como pensar en Henry Ford y multiplicarlo por mil. Lo que hizo, cambió nuestra forma de vida. Es muy sencillo y, sin embargo, trascendental.