“En España la pacatería de algunos, muchos de ellos en el business del arte, nos impide ejercer nuestra libertad de creación”
Conocido sobre todo por sus escandalosas figuras, como la titulada Starway to Heaven, en la que un rabino aparece orando de pie sobre los hombros de un cura católico, arrodillado a su vez sobre la espalda de un imán musulmán, quien soporta todo el peso agachado sobre su alfombra en actitud de oración; o como la no menos polémica Always Franco, expuesta en ARCO 2012 y que le supuso una demanda de la Fundación Francisco Franco, por atentar contra el honor del anterior jefe del Estado, Eugenio Merino no deja de ser por ello un artista con una amplia trayectoria internacional. Su exposición de 2010 We don’t need another hero, en la galería ADN de Barcelona viajó a Helsinki, donde pudo verse en el Finnish Museum of Photography. El año pasado Merino estuvo presente en una exposición colectiva en el Museo del Barrio de Nueva York, y este mismo año 2014 está exponiendo, este verano, Always Shameless en la Unix Gallery de Nueva York.
¿Por qué te obsesionan los dictadores?
No me obsesionan. Como artista me parece indispensable tratar la figura de Franco y de la política actual.
En la exposición que presenté el 12 de junio en Nueva York tampoco hay una obsesión por los dictadores sino una obsesión por la política del momento tomando como referencia dictadores clásicos. Me interesa mucho más la idea de lo que puede venir o de lo que podría haber pasado que de la historia pasada.
Por eso Franco en la nevera es una expresión de lo que ocurre actualmente en nuestra política, es el presente.
¿Te perjudica o te beneficia el carácter polémico de tu trabajo? Cuál es el balance?
Ni me beneficia ni me perjudica. Algunos conservadores piensan que el arte debe decorar su casa y defender su ideología y se encuentran con que el arte pone en cuestión todos sus valores y sus creencias. No es un objeto para especular sino más bien para reflexionar, de ahí que en muchas ocasiones se generen polémicas forzadas por aquellos que quieren contener el mensaje político en el arte.
Si contamos con que el año 2013 no fui a ARCO por hacer a Franco en una nevera podemos decir que me perjudicó. Sin embargo, si observamos la deriva casposa de la feria casi es una bendición (utilizando el lenguaje del presidente de IFEMA). El balance es positivo porque he hecho aquello en lo que creo.
¿Temes represalias dentro y fuera de España?
La verdad es que no pienso en eso cuando trabajo. Prefiero pensar que tengo libertad de expresión aunque haya que defenderla en los tribunales. En España la pacatería de algunos, muchos de ellos en el business del arte, nos impide ejercer nuestra libertad de creación. Están en puestos de dirección así que nosotros , los artistas, los pringaos, solemos tragar con tal de exhibir gratuitamente cuando se nos brinda la oportunidad.
No temo represalias. Las de España ya las he sufrido y desgraciadamente tenemos mucha culpa en que esto ocurra. Y fuera, intuyo, después de haber exhibido unas cuantas veces en Estados Unidos, las injerencias en el arte son casi nulas.
Otra cosa es que me demande en Estados Unidos una famosa compañía de refrescos carbonatados. Eso sí que lo temo. Pero sinceramente, conozco más casos de censura por parte de empresas españolas que de las grandes corporaciones. Porque en España somos muy de dictaduras.
Esta pregunta sería la primera: ¿cuáles fueron tus referentes artísticos cuando empezaste?
Siempre me ha interesado el humor. Soy fan de Peter Land, Paul McCarthy o Maurizio Cattelan… pero hay muchos y muy diferentes. Y cada vez me interesa más el trabajo de artistas más políticos como Santiago Sierra, Avelino Sala, Democracia, Nuria Güell o PSJM y como bien sabes soy muy fan de los dibujos a boli de un chaval joven y prometedor que se llama Juan Francisco Casas.