Photography: Courtesy of Carolee Schneemann and P.P.O.W. Gallery, New York
Carolee Schneemann resume su acercamiento al arte en su famosa frase: “Soy una pintora. Todavía soy una pintora y moriré pintora. Todo lo que he desarrollado tiene que ver con la extensión de los principios visuales del lienzo”; todos los objetos, instalaciones, cine, vídeo, performance – cosas que se forman. Pero los trabajos performativos, que constituyen uno de los aspectos de este mayor cuerpo de trabajo, son todo lo que la cultura puede retener. Esa fascinación anula el resto de la obra, si bien sigue siendo una especie de división mente/cuerpo; “Si deseas representar lo físico y lo carnal, no se te puede conceder autoridad intelectual”. Esas son las palabras de una joven, fresca y feroz radical artista provocadora, una feminista liberadora, y tácita pintora.
Este show tiene como objetivo analizar en profundidad la gama de detalles pictóricos en estas acciones de video que abarcan dos tumultuosas, potentes décadas. Brotando del corazón de la retina y jugando con la sintonía de la esencia más intuitiva del artista, costumbres sociales y sucinta artesanía, tales obras forman un nuevo retablo que abarca la estética y la política; un constante rasgo hacia la observación y exploración, en los cuatro videos de esta muestra, sigue manteniendo el impulso pictórico; el rítmico “ataque y decadencia”, las “notas perdidas” expresivamente tejidas a lo largo de esas actuaciones estridentes, conjugando la “élan vital” que Schneemann sabiamente aplica por doquier.
Creadora de una nueva aleación de la mente y la materia, idea-material, el artista fusiona en estas obras de vídeo, su pictórica implícita “corriente de la consciencia” práctica, con la agudeza espacial que incorpora el mito y lo ritual, una mezcla de elementos sociales, herramientas de trabajo y tópicos basados en sus directamente “vividas” experiencias. Su lustroso cuerpo de inevitable presencia incorporado como un elemento constante en sus obras, se convirtió en la transgresión final, utilizando la confrontación del desnudo de mujer contra los cánones del momento. Alejándose de la histórica domina ción masculina, su arte abre las puertas para una nueva representación. Con océanos de diferencia, por pura casualidad, con su propio enfoque paralelo al del Vienna Actionist, Günter Brus’, Schneemann se convirtió en el marco de sus propias acciones.
Entre 1963 y 67, apoyada por el telón de fondo de la avant-garde de Nueva York Downtown, se convirtió en una actora primordial. En Meat Joy (1963-1964), coreografió actuaciones utilizando a sus participantes como trazos de pintura interactiva, entrelazando sus cuerpos, rescindiendo las características independientes de los mismos al servicio de un gran diseño comunal. Fuses (1964-1965) fue la herramienta de trabajo primordial utilizada en la exploración de las sensibilidades extremas de Schneemann ejecutadas con el radicalismo de la época reflejado en sus, igualmente agudas, propuestas pictóricas; trabajando todos y cada uno de los fotogramas como pura pintora, se valió de técnicas extremas en el tratamiento de las superficies. El diseño de este film se avalo’ de pict’oricas artimañas de composición tanto historicas como de utima hora; puntos fijos dinamicos, construcciones de epicentros espirales variables, uso del azar y otras visicitudes no tan solo semejantes a normativas en el expressionismo abstracto –que el artista obviamente practicaba-sino encontradas asimismo en obras maestras tales como en “El Entierro del Conde de Orgaz”, de El Greco, donde la distribución y disposición en capas de múltiples planos en el espacio como determinantes visuales, precipita la dinámica y política de ambos, el espacio corporal y el social.
A finales de los años sesenta, Carolee Schneemann transita de la pintura pura al collage y el assemblage, posiblemente para probar, y explora nuevos y más amplios caminos del espectro. En 1967, Schneemann propone Cuerpo Collage, una performance anti estática en la que ella se frota el cuerpo a brochazo limpio con pasta de trigo, luego salta hacia arriba y hacia abajo y alrededor de sí misma y rueda a través de un mar de suaves desechos y rollos de papel blanco, coreografiando un collage en movimiento corpóreo no foráneo en esencia a ciertas premisas Dada-Futuristas. En palabras de Schneemann, “Mi intención no era simplemente el collage de mi cuerpo (como un objeto), sino representar el movimiento de modo que la imagen-collage fuera activada, no predeterminada o planteada”. A la vuelta de mediados de la década de 1970, la artista expresa cierta insatisfacción con las enormes necesidades requeridas en muchas performances anteriores; Aislandose en el laboratorio intemporal y solitario de la pintora, Up and Including her Limits (1976), descansa en el “dibujo puro “como la respuesta para despejar el camino. Usando sólo las herramientas básicas, un lápiz en la mano, su propio ser, y planos pictóricos reducidos a un espacio cúbico, se suspende ella misma, colgando al final de una larga cuerda vertical, con el fin de delinear, a través del movimiento al azar, un nuevo territorio interactivo tridimensional donde confluye la fusión del cuerpo, la expresión, la est’etica y la mente. “Una pintora que ha dejado el lienzo para activar el espacio real y el tiempo vivido”, Carolee Schneemann incluye sus materiales de uso cotidiano, el uso de su cuerpo como un elemento de su propio trabajo autobiográfico; objetos definitivos en sus obras multimedia, añadiendo su propia intimidad.
Es del todo sabida en nuestros días la capacidad de Carolee Schneemann, de que al trascender de la pintura misma, consecuetemente, ayudó a transformar el hecho, de cómo la representación y el género pueden ser dirigidas dentro de la práctica artística.
Su legado ha sentado precedentes para una serie de artistas formidables, entre ellos, Ana Mendieta, Peggy Ahwesh, Hanna Wilke, Matthew Barney y Annie Sprinkle.
Juan Puntes, Curator
Fotos de la inauguración: