La pintura llenó ese vacío

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Frida: Viva la vida
Documental
Director: Giovanni Troilo
Con: Asia Argento, Graciela Iturbide, Hilda Trujillo
Música original y banda Sonora de Remo Anzonvino
Producida por Ballandi Arts y Nexo Digital
Italia, 2020

MEXICO CITY, MEXICO – JULY 08: A portrait of Mexican artist Frida Kahlo by her father Guillermo Kahlo, is displayed at the Frida Kahlo museum on July 08, 2014 in Mexico City, Mexico. Mexico remembers Frida Kahlo on the 107th anniversary of her birth July 06, 1907 and will remember the 60th anniversary of her death next July 13. (Photo by Miguel Tovar/LatinContent/Getty Images)

La pintora mexicana Frida Kahlo tuvo dos nacimientos, el biológico de 1907, y el “mediático” que tuvo lugar en 1983, coincidiendo con la primera edición de la extraordinaria biografía, escrita por la historiadora estadounidense Hayden Herrera, profesora en la Universidad de Nueva York. Sin duda fue la publicación de esta semblanza el punto de partida o inicio de la indiscutible “fama” (en su sentido más frívolo y superficial) que en la actualidad alcanza la vida y obra de esta artista.

A principios de la década de los ochenta se estaba viviendo, tanto en Europa como en Estados Unidos, un auténtico boom de la práctica pictórica, a la vez que se manifestaban las primeras señales de lo que muy poco después sería el “descubrimiento”, por parte de los agentes de los grandes centros de difusión internacional del arte contemporáneo, de la producción artística latinoamericana (con México y Brasil en posición avanzada), siendo Nueva York, en esos años, su indiscutible centro o capital. Se puede afirmar, por tanto, que el segundo nacimiento de Frida Kahlo tuvo lugar en el momento justo y en el lugar adecuado. Desde entonces, el reconocimiento popular de su obra y vida no ha parado de crecer, así como la insistencia en leer e “interpretar” determinados elementos formales de su pintura en función de algunas tesis propias de los estudios de género, que también iniciaron su andadura, o su “cruzada”, por esos mismos años.

En este contexto de “fama mediática” se inscribe la película de poco afortunado título Frida. Viva la vida. No es ciertamente la primera película (ni será la última) que se realiza sobre Frida Kahlo, pues hace poco la actriz mexicana Salma Hayek se embarcó en una travesía similar, con dudosos resultados (al menos, por parte de la crítica especializada). Lo que hace relativamente “original” al documental Frida. Viva la vida es que se trata de un proyecto de un grupo de italianos, llevados por su pasión por la pintora mexicana. De este grupo únicamente me es conocida la realizadora y actriz Asia Argento que narra en el documental —muy bien por cierto y en excelente inglés— los principales momentos de la vida de Kahlo. Estamos pues ante un producto “internacional”. En la ficha técnica se nos informa de que el director es Giovanni Troilo, pero sospecho que estamos ante un proyecto personal de la Argento, que ha puesto el dinero además del entusiasmo. Asia Argento es, por cierto, hija del famoso director italiano de cine de terror (lo que en Italia se conoce como “il giallo”) Darío Argento. Lo asombroso es que este documental se haya podido distribuir a nivel mundial, cuando sus “hacedores” no parece que tengan un excesivo poder para infiltrarse en las exigentes redes de distribución cinematográfica. Pero ocurre que el motivo del documental, y su único argumento, sí es muy conocido. Es decir, quien ha puesto su poderosa influencia para que el documental se pueda ver por aquí y por allá ha sido la protagonista del mismo: Frida Kahlo.

Kahlo, Frida (1907-1954): The Broken Column. 1944. Mexico City Fundacion Dolores Olmedo *** Permission for usage must be provided in writing from Scala.

Frida. Viva la vida posee cuatro protagonistas femeninas: Hilda Trujillo, directora de los Museos de Frida Kahlo y Diego Rivera, la excelente fotógrafa Graciela Iturbide (con muy buenas intervenciones ambas); una sobrina nieta de Kahlo que nada aporta al conocimiento de la artista, más allá de algunas pinceladas sentimentales de escaso interés; y naturalmente Asia Argento, que en su calidad de narradora hace avanzar el endeble guion del documental. En realidad, más que de “guion” resulta más correcto hablar de “capítulos” que van pautando y estructurando los acontecimientos más importantes (y dramáticos) de la vida de la artista, alternando filmación del presente junto a documentales de época (pocos en mi opinión, pues te quedas con “hambre” de ver más). Capítulos que irían desde la poliomielitis que contrajo en su infancia, y el terrible accidente que sufrió en su juventud —desgracia que marcó su entera vida y obra (pues en total fueron 32 las intervenciones quirúrgicas a las que se sometió)—, pasando, lógicamente, por sus dos matrimonios con Diego Rivera (en el segundo Frida accedió a casarse de nuevo luego de que él aceptara que no habría ningún encuentro sexual entre ambos), así como la estupenda documentación de los diferentes viajes que juntos realizaron a Estados Unidos (país que Frida no soportaba, literalmente, y al que despectivamente llamaba “Gringolandia”), para cumplir los encargos que desde allí le llegaban de los multimillonarios Ford, Rockefeller y Cía.

Exterior a esta realidad biográfica que hemos descrito, y no por ello menos importante, son las relaciones de amistad que el matrimonio de artistas mantuvo con André Breton, especialmente, y por supuesto con Trotsky (huésped de ellos en su casa de Coyoacán), y antes con el que sería el asesino del político y escritor ruso, el fanático comunista Ramón Mercader.

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Al principio de la película escuchamos una voz en off que nos dice: “He perdido tres hijos y muchas más cosas. La pintura llenó ese vacío”. De alguna manera esta afirmación de una íntima “escuela del dolor” es el argumento más decisivo del documental, diría incluso que con más presencia que las pinturas de la artista (relativamente pocas las que se ven y las más popularmente conocidas). La película se contempla con el suficiente interés y agrado como para recomendar su visión tanto a un público abierto, numeroso y generalista, como a los profesionales o simplemente interesados en documentales artísticos. Si tuviera que escoger dos momentos que realmente me impactaron serían el de la habitación de su museo, donde guardan los muchos corsés y arneses que utilizó Frida Kahlo para, literalmente, sostener su columna vertebral (recordemos la pintura “La columna rota” de 1944), y las impresionantes imágenes de su entierro en 1954, en donde vemos, en la cabecera del multitudinario cortejo funerario, la figura doliente de Diego Rivera, y las no menos tristes de Lázaro Cárdenas, ex presidente de la nación, y la del pintor y arquitecto Juan O‘Gorman, autor de la casa-estudio de Diego y Frida, y él mismo personaje muy importante en la historia del muralismo mexicano.